Hace poco más de una semana, el presidente Barack Obama asumía su segundo y último mandato. Su discurso de asunción ha dejado de manifiesto que las segundas vueltas son liberadoras, al menos para quién asume el cargo. Esta característica se notó particularmente en el presidente americano, quién sin vueltas ni disimulo dejó claro que, según su visión, los principios fundacionales de Estados Unidos están ya obsoletos, que el debate no está entre sus opciones y que el cambio será inminente.
Para quienes seguimos sus políticas de cerca, la poca simpatía que el presidente demuestra en sus actos por los principios del mundo libre es notoria y evidente. Sin embargo, nunca lo había expresado de manera tan explícita en sus palabras ante una audiencia de tamaña magnitud.
Enfrentarse a la Constitución, a la Declaración de Independencia, es también querer refutar a quiénes fueron los filósofos políticos más brillantes y exitosos que la historia de la humanidad y el mundo libre ha conocido: los Padres Fundadores de Estados Unidos.
El discurso al asumir su cargo fue la reafirmación de las ideas que el presidente Obama expresó mucho antes de llegar a ocupar el Ejecutivo más importante del mundo.
En el año 2001, en un programa de la radio pública de Chicago, se debatía sobre los derechos civiles y la esclavitud. Fue entonces cuando le preguntaron a Obama qué pensaba de la Constitución, a lo que él contestó “es… es… es un documento notable”, para luego agregar “pero creo que es un documento imperfecto, y creo que es un documento que refleja algunos defectos profundos en la cultura americana, la cultura colonial naciente en ese momento”. No conforme con eso y como para complementar la idea, agregó:
Creo que podemos decir que la Constitución refleja un enorme punto ciego en esta cultura que continúa hasta el día de hoy, y quienes la redactaron contemplaban ese mismo punto ciego. No creo que los dos puntos de vista sean contradictorios, o sea, decir que es un notable documento político que allanó el camino para llegar adónde estamos ahora, y decir que también refleja el defecto fundamental de este país que continúa hasta nuestros días.
Tomando en consideración que estas palabras fueron expresadas por quién alguna vez fue profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Chicago, no podemos calificar sus declaraciones como un descuido sino como parte de su verdadera apreciación acerca del “documento notable”.
Este es sólo un solo fragmento de los tantos que reflejan la esencia de la ideología de Obama y que seguramente lo habrán hecho sentir incómodo a la hora de jurar el cargo y tener que “preservar, proteger y defender la Constitución de Estados Unidos”.
Sin embargo, uno puede reflexionar y cambiar. Ronald Reagan, por ejemplo, se inició políticamente en el Partido Demócrata y terminó siendo pesidente por el Partido Republicano. No es este el caso del actual presidente. Obama no ha sólo no cambiado de idea, sino que se han fortalecido con el paso del tiempo. Eso no sólo lo podemos apreciar en sus políticas de los últimos cuatro años, sino en el discurso que dio para asumir su segundo mandato.
En el mismo, comenzó recitando el fragmento esencial de la Declaración de Independencia y que fuera eje fundamental sobre el que giraría la redacción de la Constitución Americana:
Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas; que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, que entre ellos están la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad.
Recitarlo hizo que sonara muy patriota, pero no era eso lo que él buscaba reflejar. Luego de repetir las maravillosas palabras de Jefferson y de enumerar los logros que el pueblo americano ha conquistado a lo largo del tiempo, expresó un contundente “sin embargo”. La alta carga de individualismo y libertad encerrada en la frase “búsqueda de la felicidad” viró bruscamente hacia la idea de “acción colectiva”, la cual hace referencia a la premisa que la interacción individual es menos eficiente que la mano estatal. Eso refleja que no reconoce la autoridad de la Constitución sobre la de cualquier mandatario.
Las palabras exactas de Barack Obama fueron:
Sin embargo, siempre hemos entendido que, cuando los tiempos cambian, nosotros también tenemos que hacerlo; que la fidelidad a nuestros principios fundamentales requiere nuevas respuestas a nuevos retos; que preservar nuestras libertades individuales, eventualmente, requiere una acción colectiva. Pues el pueblo americano no está más capacitado para satisfacer las demandas del mundo actual actuando por sí solo que lo que pudieran haber estado los soldados americanos para hacerles frente a las fuerzas del fascismo o el comunismo con mosquetes y milicias. Ninguna persona por sí sola puede capacitar a todos los maestros de matemáticas y ciencias que necesitaremos para equipar a nuestros hijos para el futuro, ni construir las carreteras y las redes de informática y los laboratorios de investigaciones que traerán nuevos empleos y negocios a nuestras costas. Ahora más que nunca, tenemos que hacer estas cosas juntos, como una sola nación y un solo pueblo.
No sólo podemos apreciar que hace énfasis en el colectivismo, sino que intenta desmantelar los efectos de la interacción individual apelando a una idea ridícula dónde sugiere que bajo un sistema de individuos libres, sólo uno de ellos se ocuparía de capacitar a cientos de miles de maestros, lo cual sería imposible en la práctica.
Estas afirmaciones que parecen ilógicas, en realidad tienen un objetivo. Se pretende ridiculizar el sistema, desmantelar una idea enredándola en una maraña de afirmaciones sin sentido, para lograr que los ciudadanos se dejen de interesar por estas cuestiones y así dejar la vía libre a los legisladores de turno, quienes prometen que, bajo la tutela del Estado, se arreglará lo que nunca se rompió.
En esta declaración, además, el Presidente pareció olvidar los más de doscientos años de historia que lo preceden y los éxitos que el individualismo, ese que el mandatario critica, produjo en materia educativa, cultural, tecnológica e institucional.
Lo que también podemos observar en ese párrafo es una sugerencia sobre una idea de filosofía política que supera a la que establecieran los legisladores fundacionales. La idea a la que Obama se refiere como innovadora, superadora y exitosa es, nada más y nada menos, que el socialismo más rancio pintado con tintes demócratas. El mismo socialismo que llevó a Europa a la debacle económica y a los europeos a la incertidumbre que provoca no poder emprender y planificar la propia vida.
Virginia Tuckey
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