El papa Francisco lloró ante las imágenes de cristianos crucificados en Siria. Los católicos del mundo, más conmovidos por la imagen de Francisco que por aquellas de las victimas de la barbarie, han expresado en las últimas horas su indignación, no sólo con aquellos que han cometido estas atrocidades sino ante la falta de coraje de la Casa Blanca y de los líderes del mundo.
Estos nuevos indignados, lamentablemente, son aquellos que han rechazado todo enfrentamiento con el extremismo islamista por creerlo inexistente y producto del “fundamentalista George W. Bush” y “los extremistas fanáticos del Tea Party”.
Tal como podemos apreciar, el fundamentalismo y los fanáticos radicales se encuentran en un lado del mundo que una gran mayoría ha pretendido ignorar. Afortunadamente, y aunque a veces no suceda a tiempo, la verdad triunfa por sí misma.
La matanza de cristianos en África, Medio Oriente, e incluso India y Corea del Norte, ha ido en aumento e ininterrumpidamente desde el año 2010. El descontrol es consecuencia directa de la obediencia de Obama al clamor del mundo de dejar tranquilo al extremismo en nombre de un concepto de paz bastante perverso, pero ciertamente popular.
Los que sí han advertido esta situación han sido ciudadanos, políticos y periodistas conservadores de Estados Unidos, quienes han trabajado incesantemente durante todos estos años para advertir al mundo entero sobre lo que sucede a aquellos seguidores del cristianismo. Lamentablemente su iniciativa no ha logrado mayores repercusiones, ya que han sufrido en sus propias carnes ser calificados de extremistas.
Una vez más, el relajado mundo de los moderados, le debe una disculpa a aquellos que han advertido el peligro, incluso a costa de ser calificados de paranoicos. También las disculpas deberán ir dirigidas a aquellos cristianos asesinados, torturados, decapitados y violados por fundamentalistas radicales que encuentran apoyo en las Naciones Unidas en nombre de la tolerancia y la paz.
Una vez más, el mundo de los moderados que intentan imponernos su torcida moral y temen llamar al pan, pan y al vino, vino han demostrado que su falsa concepción de virtud está carcomiendo al Mundo Libre. Han olvidado, o tal vez nunca lo supieron, que para ser libres, como dijera Thomas Paine, la moderación en los principios no es virtud sino vicio.
Fuente: Fundación Heritage
Fuente: Fundación Heritage
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