La Mesa de Enlace actual (CRA, Coninagro y Sociedad Rural
Argentina) convocó el 17 de julio pasado a una jornada de protestas del sector
agropecuario. La fecha elegida era conmemorativa
de aquel 17 de julio de 2008, cuando Julio Cobos dio su voto “no positivo”,
frenando así la ley 125.
Las protestas que se desarrollaron en distintos puntos del
país intentaron sacar a la superficie la terrible situación que sufre el sector
agropecuario en Argentina. Estas jornadas se vieron extendidas en el tiempo, y
hoy siguen surgiendo focos, sobre todo en las provincias norteñas, dónde por
una cuestión de geografía, clima y demás características, se han visto mucho
más afectadas en su economía que el resto del país.
En el desarrollo de estas convocatorias se han ido
sucediendo situaciones de desentendimientos propias de cualquier grupo humano
que discute temas de trascendencia. Esto no sería nada fuera de lo común, si no
fuera porque ciertos patrones fueron coincidiendo en los distintos lugares, no
sólo en el accionar, sino en el discurso.
Teniendo en cuenta el contexto, y con esto me refiero al
enfrentamiento declarado de los Kirchner hacia el campo y lo que han hecho para
“verlo de rodillas” (como declarara lleno de regocijo Néstor Kirchner), es
pertinente sospechar que entre aquellos productores con buena fe e intenciones,
podemos encontrar algunos que movidos por otros intereses, estuvieran tratando
de lograr posiciones de poder corrompiendo el espíritu genuino de la Mesa de
Enlace y el reclamo válido y urgente de miles de productores.
Entre estas situaciones llamativas, se pudo observar la
inflexibilidad frente al planteo de no cortar las rutas el día 17 de julio,
como también la constante perorata de algunas ruidosas opiniones que, por lo
reiterativas y bien armadas, parecían contundentes y llenas de convencimiento.
A lo largo de este casi mes entero de asambleas, movilizaciones,
reclamos e incluso algunos cortes momentáneos de rutas, se han visto sectores
de Federación Agraria presentarse en las protestas, llamándose a sí mismos
opositores a la dirigencia nacional de su entidad. Los mismos, lo único que han
hecho fue tratar de imponer su voluntad, desarmar y dividir las protestas, las
cuáles se venían desarrollando de manera pacífica y con debates que siempre han
estado a la altura del reclamo.
También, dentro de los grupos que fueron surgiendo luego de
la protesta nacional convocada por la Mesa de Enlace el 17 de julio pasado, se
instaló un discurso de algunos pocos, que dentro de los pedidos de federalismo,
eliminación de retenciones y ROEs, y otras cuestiones de carácter vital para el
agro, incluían un fuerte discurso contra las entidades de la Mesa de Enlace,
dando a entender que no apoyaban la protesta, traicionaban e intentaban
boicotear el sentido de la misma.
Los días a la vera de la ruta, la cantidad de información
que va y viene, y una cultura de la desconfianza, instaló la duda en algunos, aunque
la evidencia y la cronología de los hechos contradijera totalmente lo expuesto
por estos sujetos mal informados o, quién sabe, con malas intenciones.
El discurso del Presidente de Sociedad Rural Argentina en la
inauguración de la 129º exposición ganadera dejó claro que las entidades que conforman
la Mesa de Enlace, no sólo han apoyado al campo todo el tiempo, sino que han
actuado con precaución e inteligencia ante las problemáticas que atraviesa el
sector, y todo esto, sin dejar de actuar.
Las bases, deben tener la cabeza más fría que nunca. La
guerra contra el campo sigue en pie, con mejores estrategias, con
enfrentamientos que ya no se dan sólo desde algún balcón de la Casa Rosada,
sino también dentro del corazón mismo del campo.
Los reclamos sin líderes propiamente capacitados, sin
estructura y sin comunicadores, son reclamos vacíos, torpes y que conllevan
mucho más esfuerzo y desgaste.
El campo tiene estructura, tiene excelentes representantes
con valores en común que coinciden entre ellos con la ética republicana del
reclamo que elevan.
El campo, también, tiene enemigos. Son aquellos que quieren
dar a entender que la vociferación de supuestos objetivos comunes son reflejos
de bases éticas idénticas. Nada de esto es cierto si el reclamo llama a las bases
a romper sus estructuras, las mismas que otorgan fortaleza al reclamo. Nada de
esto es cierto si quienes apuntan el dedo contra dirigentes de las entidades
del agro que conforman la Mesa de Enlace, no alzan la voz contra la entidad
traidora que hoy abraza a quienes quieren poner de cuclillas al productor.
No debe reinar la desconfianza, sólo la perspicacia que haga
posible que lo urgente no atente contra lo primordial y que los aliados no sean
confundidos con enemigos.
El campo puede hacerlo, el campo tiene un reclamo legítimo
de libertad, productividad y federalismo. Que quede claro, no van a matar al
campo, si el campo no se mata a sí mismo.
Virginia Tuckey.-
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