Sólo un año después que Obama asumiera la presidencia, su imagen empezó a desmoronarse. Al mismo tiempo, el partido republicano, que parecía irrecuperable, comenzó a tener voz nuevamente.
Este cambio no se dio abruptamente. Empezó con un pueblo que se sintió fatigado y condicionado por las circunstancias. Fueron ocho los años que gobernó George W. Bush, los últimos siete en guerra. Durante sus dos períodos presidenciales, la economía dio cierto respiro después del recorte impositivo, pero el gasto no cesó. La herencia que dejó Clinton, con su inviable medida de dar créditos inmobiliarios a insolventes, estalló en manos del republicano. Bush trató de frenar la crisis con los famosos “bailouts” o salvatajes. No funcionó.
El pueblo americano tenía demasiado peso en sus espaldas. Guerra, deuda e incertidumbre. Todo parecía negro, ciertamente, esperaban alguien que les diera ESPERANZA y CAMBIO. Esas dos palabras fueron usadas en la campaña de Barack Obama, quién hizo uso y abuso de su color, su falta de experiencia y su juventud, para gritar al unísono con sus compatriotas “¡SI, PODEMOS!” el mismo día que ganó las elecciones presidenciales.
Según transcurrieron los meses, las acciones del nuevo presidente empezaron a emanar cierto aroma populista y socialista; y los salvatajes a empresas quebradas no tenían freno. Mientras esto sucedía, un congresista republicano del estado de Texas (poco querido por el establishment de su partido), gritaba a los cuatro vientos que América había perdido el rumbo que sus padres fundadores le había legado. Ron Paul entraba en escena, y sus palabras tenían sentido. Las redes sociales se inundaron de vídeos, audios, notas y libros que hacían fuerte énfasis en dos puntos: por un lado; la economía, su funcionamiento y los problemas que traen la deuda y la emisión; y por otro, el incontrolable crecimiento del gobierno y sus pretensiones de dominar al individuo. La gran discusión había empezado. Ron Paul citaba a los padres fundadores. Obama seguía repitiendo “Cambio” y “Esperanza”. El partido republicano estaba devastado, y su voz era muy débil.
Aquellos conservadores que no coincidían con Obama y que descubrieron que el “Grand Old Party”* estaba siguiendo un camino contrario a los dictados en sus principios partidarios, fueron seducidos por Paul. Lo mismo sucedió con miles de jóvenes que bajo una bandera libertaria se unieron a las filas del congresista. La revolución había empezado. Conservadores y libertarios coincidieron en rescatar a la nación. La onda expansiva de estos nuevos patriotas llegó a cada rincón de Estados Unidos dando origen al movimiento “Tea Party”, que en sus objetivos, coincidía fielmente a los olvidados principios del Partido Republicano.
Esta coincidencia fue favorable para el GOP, y de la mano de Sarah Palin, no sólo se consiguió poner en jaque a las pretensiones socialistas de Obama, sino que dentro del mismo partido comenzó un lento proceso de depuración. Aquellos que llevaban la bandera del partido republicano, pero que en la práctica actuaban como empleados de lobbystas inescrupulosos, fueron bautizados como RINOs (Republicans In Name Only – republicanos solo en el nombre-). Bajo esta etiqueta, y con las pruebas correspondientes, muchos fueron desenmascarados, y reemplazados por los nuevos líderes del Tea Party, o como les gusta decir a ellos, por We The People (Nosotros el pueblo), haciendo honor al mandato de su Constitución, que expresa en estas tres palabras, que el poder se ejerce de abajo hacia arriba, y no en contrario.
Este grupo de individuos, que evitó ser muchedumbre para convertirse en un pueblo responsable que toma las riendas de su destino, hace creer a muchos que trae consigo el renacimiento de un nuevo Ronald Reagan, sin embargo, desde mi apreciación, es mucho más que eso. Con el Tea Party, renacieron Jefferson, Adams, Madison, Franklin, Washington, y los demás padres fundadores que supieron, con gran intelectualidad y buen criterio, formar la excepcional República Americana.
A sólo dos años de su llegada a la Casa Blanca, Obama está en problemas. Sus políticas estuvieron exentas de la cepa americana. Su soberbia, le jugó una mala pasada. No tuvo en cuenta que el lema de la tierra que lo vio nacer es “en Dios confiamos”, y no “en Obama confiamos”. El fue un simple empleado que no supo cumplir su función. Por lo tanto, hoy, dos de noviembre de dos mil diez, las encuestas predicen una gran derrota para el demócrata, quién en un desesperado movimiento, tildó a quienes lo cuestionan de “extremistas”. Es cierto, lo son. En ellos revive la frase que pronunció alguna vez el gran Barry Goldwater, quién expreso que “A la hora de defender la libertad, el extremismo no es ningún vicio. Y que, a la hora de defender la libertad, la moderación no es ninguna virtud”.
En las manos de estos virtuosos patriotas, recae hoy, la gran responsabilidad de rescatar los valores que los forjaron como nación, y hacer de este, un mundo más libre. En nombre de la libertad, ojalá, que la gran revolución americana, vuelva a triunfar.
¡Qué Dios bendiga a los Estados Unidos de América, y a sus patriotas!
Virginia Tuckey.-
*Grand Old Party o GOP: Sobrenombre que se le da al Partido Republicano.
Comentarios
BRAVO AMERICA!!!