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Reflexión sobre la cobardía argentina

Roberto García, desde su programa "La Mirada", opinó que el discurso del Presidente de la Rural, Luis M. Etchevehere, le pareció un discurso que bien podría haber sido pronunciado por alguien de “La Cámpora”.
Ese estilo gallinesco de García me llevó a la siguiente reflexión sobre algo que he observado siempre y considero uno de los graves problemas del país.
En Argentina hay una rara fascinación por ese estilo de hombre pollerudo, cobarde, con alma de llorón, corrupto (siempre backstage) y que llama "moderación" a la pusilanimidad. Este estilo, además, se confunde con honestidad, cuando en realidad, detrás de tanto modo apocado se esconde siempre el peor de los traidores. Estas características son propias de la UCR.
Por otro lado, está el estilo del peronista; maleducado, pollerudo también, experto en viveza criolla, corrupto (si se nota, mejor), adorador de los colores brillantes y exaltador de las vulgaridades. También traidor, pero es sumamente predecible en su accionar inmoral.
Ambos extremadamente hipócritas.
Estos dos estereotipos son los que abundan y son los que han marcado el andar de la Argentina. Cuando aparece una persona valiente, el cobarde estilo radical se exalta porque incomoda a su jefe, el maleducado peronista, y este último se acobarda porque sus negocios mal habidos y su red de chupamedias se pueden derrumbar.

Que sigan hablando los valientes, son los únicos que tienen voz, el resto son sólo ecos sórdidos del temor.

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