El 8 de enero pasado, en la ciudad de Tucson, estado de Arizona, Jared Lee Loughner hirió a trece personas y mató a otras seis. Entre los heridos se encuentra la congresista demócrata Gabrielle Giffords; y entre los muertos, el juez federal John Roll, quién fuera nominado en su momento por el ex presidente republicano George W. Bush.
Minutos después de la masacre, la noticia empezó a correr por todos los medios. Lo primero que se supo es que la congresista estaba muerta, que el autor del hecho era miembro del Tea Party y ex combatiente en Afganistán (esto último expresado por la senadora demócrata Linda López). Lo que se supo más tarde, es que toda esa información era FALSA.
Los datos concretos y verdaderos son los siguientes: Jared L. Loughner es oriundo del Condado de Pima, Arizona. Tiene 22 años. Consumidor de drogas alucinógenas, y dueño de un récord de denuncias en su contra. Entre su literatura favorita destaca “El Manifiesto Comunista” de Karl Marx, y “Mi Lucha” de Adolf Hitler. Quienes lo conocen manifestaron que este personaje siempre presentó signos de inestabilidad emocional y comportamientos extraños. Hace unos meses atrás, compró un Glock 9mm, arma que usó para el crimen. No es miembro del movimiento Tea Party. Fue rechazado cuando intentó alistarse en la milicia de su país. Su víctima más resonante, la congresista Gifford, no está muerta.
Cuando toda la información errónea fue desechada; el periodismo, los medios y algunos políticos demócratas se dieron cuenta que fue poco inteligente la intentona de crear un perfil falso de Loughner para hacerlo pasar por un ultra conservador. Por lo tanto, después del tropiezo, se apeló al uso del arma que la izquierda mejor sabe usar, la demagogia.
La frase que se instaló de modo masivo fue “Heated Speech” o “Heated Rhetoric” (discurso acalorado – retórica acalorada). Con estos “slogans” conectaron inmediatamente a los miembros del Tea Party, acusándolos de hablar demasiado, de manera odiosa (léase “desenmascarar los planes socialistas de Obama y defender la constitución”), incitando así a la violencia. Por lo tanto (según la “lógica” demócrata), el culpable de la masacre no era el inestable Loughner, sino las figuras más representativas del movimiento conservador; Sarah Palin, Glenn Beck y Rush Limbaugh.
Como prueba contundente para sostener las acusaciones, se refirieron a un mapa de Estados Unidos que fue colgado en el sitio www.sarahpac.com. En el mismo se podían ver varios estados apuntados como blancos u objetivos. Esto hacía referencia a los lugares dónde el poder recaía en manos demócratas, y dónde había que trabajar en la difusión del mensaje conservador para conseguir más cantidad de votos que los contrincantes. No es un chiste, esa fue la prueba.
A pesar de todo, una vez más, la hipocresía de los demagogos saldría a la luz. Condenados por la verdad y los archivos, pudimos enterarnos, que tiempo atrás, el hoy presidente Barack Obama había dicho (refiriéndose a los republicanos) "If they bring a knife to the fight, we bring a gun." (si ellos traen un cuchillo, nosotros traeremos un arma (de fuego)”. Tampoco quedó atrás el vicepresidente Biden cuando expresó “"If I hear one more Republican tell me about balancing the budget, I am going to strangle them." (Si escucho a un republicano más hablarme de equilibrar el presupuesto, lo estrangulo).
También quedaron al descubierto cuando se supo que los círculos usados en el mapa de Palin, no hacían referencia a la mira telescópica de un rifle, sino que es un símbolo estándar usado por el “US Geological Survey” para indicar un punto principal. De hecho, el dibujo que sí usó símbolos que hacían referencia al tiro al blanco, fue un mapa diseñado por los mismos demócratas, en el cuál, al pie del mismo, se podía leer la leyenda “detrás de las líneas enemigas”. Datos estos, lo suficientemente candentes, como para que ningún periodista de la “mass media” acusadora se hiciera eco del “heated speech” de la izquierda.
Todo este aparato difamador, llevó a Palin a expresarse públicamente acerca de lo sucedido y de las acusaciones que recaían sobre ella y el movimiento que lidera. Manifestó su total repudio hacia el hecho violento sucedido en Tucson. Llamó a la reflexión sobre la paranoia instalada, citando una expresión de Reagan que dice “debemos objetar la idea que cada vez que la ley se rompe, la culpable es la sociedad y no el criminal”. Hizo manifiesta su indignación con aquellos que quieren endilgarle un crimen que no cometió, para lo cual usó la expresión “blood libel” (libelos o calumnias de sangre). Por esta enunciación, Palin fue acusada nuevamente de expresarse mal y faltar el respeto a la comunidad judía. La respuesta en defensa de la ex gobernadora de Alaska fue hecha por el profesor de Harvard Alan Dershowitz, explicando que “el uso de esta expresión forma parte de la lengua inglesa para referirse a falsas acusaciones que recaen sobre alguien”, y que por lo tanto, Palin la uso del “modo correcto”. También, miembros de la comunidad judía americana, seguidores de la líder conservadora, expresaron su apoyo a la misma y rechazaron la idea que la connotación de la frase ‘blood libel’ responda a fines anti semitas en el contexto en que Palin lo expresó.
Todas estas idas y venidas, ataques y defensas, acusaciones y contestaciones, fue lo que ocupó la atención de los americanos durante la última semana. El resto del mundo, por supuesto, se enteró de los hechos y del debate que se generó. Como no podía ser de otra manera, al cruzar la frontera, la información llegó a medias. Tal es el caso, de la nota escrita por Andy Judd para el diario argentino Perfil, publicada el día 14 de enero. El título dice: “Sarah Palin no vio el borde del precipicio”. En el mismo, asegura que Palin DENOSTÓ a sus ENEMIGOS. Asegura que “los analistas de los medios de comunicación, vieron en Palin nuevamente una figura desentonada”; y reclama furioso y sorprendido que “para colmo llegó a decir en el video que ‘si los hombres y mujeres fueran ángeles, no habría necesidad de gobernarlos’”. Para demostrarles a sus lectores que el peso de la razón recae sobre su análisis afirmó que “los críticos norteamericanos en general rechazaron su explicación (la de Palin) mencionando que apenas se acordó del sufrimiento de las victimas en su larga alocución”.
Lo curioso de la nota de Judd, es que nunca aclara quienes fueron los analistas espantados con los discursos de Palin, tampoco habla de cuál es la reacción de la mayoría de los norteamericanos ante el comportamiento de los medios. Otra cosa para destacar, es que este individuo pareciera desconocer que hoy en día existe internet, lo que nos da acceso directo al discurso de Sarah Palin y refuta de manera contundente sus afirmaciones y percepciones sobre la figura desentonada de la líder conservadora, y sobre su denostador discurso. Quién entienda inglés y esté interesado en ver el video, se dará cuenta que Judd se equivocó de canal.
Lo más aberrante de esta nota, es el espanto con el cual el autor se expresa ante la frase “si los hombres y mujeres fueran ángeles, no habría necesidad de gobernarlos”. Para empezar, la traducción que se hizo no fue exacta, lo que Sarah Palin dijo fue “Si los hombres y mujeres fueran ángeles, no habría necesidad de tener un gobierno”. Hay una gran diferencia entre tener un gobierno que está destinado a proteger el sistema institucional republicano a tener un sistema que gobierna directamente a los hombres.
De todos modos, no es la traducción lo controversial, sino la percepción de alarma que tuvo el redactor sobre la frase misma. Este enunciado es original de James Madison, a quien se lo recuerda como el “Padre de la Constitución de los Estados Unidos de América”. Fue publicada en el paper número 51 del Federalista cuando se debatía el sistema por el cual se iban a regir los estados, y es una de las más recordadas ya que la filosofía que nace a partir de ese pensamiento está directamente relacionada con la formación del sistema que rige en Estados Unidos, y que –no nos olvidemos- tantos beneficios trajo al mundo entero. Cuando Palin lo parafrasea no lo hace fuera de contexto, sino que lo expresa luego de poner de ejemplo el legado de los Padres Fundadores.
Afortunadamente, los americanos ya no escuchan solo las voces de los analistas políticos que intentan embaucar la república norteamericana y al resto del mundo. Ellos aprendieron que Obama fue un error, que llegó al poder por el uso de la demagogia, y por un pueblo que se rindió a los pies de lo políticamente correcto.
Dieron un paso atrás, pero lo supieron remediar agrupándose y creando un movimiento espontáneo que revivió los valores de los Padres Fundadores. Las artimañas del pasado, ya no obtienen el resultado esperado. El último estudio de Gallup, demostró que sólo el 35% cree que hay conexión entre la retórica conservadora y el crimen de Arizona, mientras que un 53% rechaza ese vínculo. Una encuesta llevada a cabo por CBS News, expresó que el 57% de los encuestados rechazan la idea sobre la responsabilidad política.
El Tea Party está cambiando Washington. Los progresistas americanos están molestos y libraron, una vez más, la batalla mediática, sin importarles siquiera tomar ventaja de una tragedia. No funcionó antes, no va a funcionar ahora. La revolución conservadora ya comenzó, ya se instaló, y es, arrolladoramente, imparable.
Virginia Tuckey©
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